Hablamos de Viajar

jueves, 1 de septiembre de 2011

Té de mantequilla de yak y cultura tibetana

Hace unos días el New York Times publicaba un artículo interesante que he considerado oportuno compartir para Shui viajes. Es el diario de una investigadora estadounidense y su periplo por los pueblos tibetanos de Sichuan.
El pueblo de Zharu tiene una serie de ruedas de la oración que se accionan mediante el agua de un río que corre no muy lejos. Las oraciones están escritas en papel dentro de la rueda. La gente que vive en este pueblo son Bon, no budistas, por lo que sus ruedas de oración dan vueltas hacia la izquierda. La familia de Kemo tiene una campana en la rueda de la oración para saber si deja de girar. Esta mañana, mi amiga Kemo, la encargada de la oficina cultural, decidió llevarme a un pueblo para entrevistar a sus mayores. A medida que subíamos una empinada colina, dos mujeres mayores saltaron a nuestra vista. Kemo hizo parar al conductor inmediatamente así que saltamos del coche para subirnos a la parte de detrás del mismo y así dejar espacio a las dos mujeres. Cinco minutos más tarde recogimos a otras dos personas. Mientras continuábamos viajando entre los baches, pensé en las ricas interacciones culturales que estoy teniendo habitualmente aquí. Trabajo muy cerca de la oficina cultural para entender cómo los aldeanos ven las terrazas, si se acuerdan de los deslizamientos de tierra de los últimos tiempos, si han reparado las terrazas y cómo, y si las modernas políticas de reforestación les afectan. También trabajo con arqueólogos que me ayudan a entender el uso de esta tierra en el pasado y rebelar así las conexiones antropológicas de estas terrazas en los tiempos prehistóricos. Trabajando a codo con científicos chinos y trabajadores del parque natural tibetano y los campesinos me ha enriquecido en mi manera de ver y entender las terrazas y observar en un contexto más amplio las decisiones de los jefes del parque.

Una de las cosas que he entendido aquí es que podemos actuar en nombre de la ciencia, pero que si no tenemos un contexto y entendimiento cultural nos perderemos una gran parte la única oportunidad que podamos tener de trabajar cerca de la gente de un país extranjero y de una cultura diferente. Trabajando según disciplinas comunes, culturas e instituciones es probablemente la mejor forma de hacer una investigación ambiental realmente diferente. Ayer, Xenna y yo nos tomamos la tarde entera para visitar a Ama, una gran amiga y a su familia. Ellos llevan el único restaurante tibetano del área. Cuando mi marido y yo vivíamos en Jiuzhaigou en 2010, Ama nos adoptó como a sus propios hijos. Teníamos la tradición de visitarla cada domingo por la tarde para jugar con su nieto, Lopsang de dos años, y para hablar con ella. Ama tiene una risa contagiosa y le encanta contar historias sobre su pueblo y restaurante. Ella empezó a estudiar chino hace unos años cuando abrieron el local. Mezcla el chino con el inglés para nombrar varias comidas que sirve. (Honey, miel, es una de sus palabras favoritas, tiene un paladar muy dulce). Y no puedes irte de su casa sin beber su fabuloso té de mantequilla de yak y haber comido un gran número de cosas diferentes. Ella siempre alimentaba a mi marido con yak porque soy vegetariana y ella está convencida de que él no come suficiente carne en casa. Aquella tarde Xenna y yo fuimos al restaurante y nos la pasamos comiendo semillas de girasol y charlando con los locales de Jiuzhaigou en el restaurante tibetano. Aún me quedan otros 18 meses de investigación en mi postdoctorado y aunque a veces sólo tenga ganas de volver a casa y olvidarme de China, es difícil estar triste cuando alguien quiere alimentarte con yogur de yak.

 AC por Shui viajes

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