Hablamos de Viajar

jueves, 24 de noviembre de 2011

Mochileando por China II


Nos alojamos en el “Hostel International” que se encuentra en una de las orillas del lago, -este verano se abría otro nuevo en otra orilla, yo me referiré al antiguo-. Un apacible y precioso lugar, muy asequible, con un gran salón de encuentro para todos los mochileros que vienen de todas partes del mundo. Las habitaciones son limpias y la terraza es tranquila: todo de piedra, plantas y agua. Sugerente para turistas y miles de mosquitos.

Cuando pudimos darnos una reconfortante ducha, salimos a investigar los alrededores para buscar un sitio donde comer algo. Nos sorprendió la cantidad de discotecas y pub para extranjeros que rodeaban el barrio. Alejándonos un poco del sitio descubrimos un mercado, ya cerrado pues estaba anocheciendo, y en una habitación contigua tenía una sala con sillas y mesas donde personas disfrutaban de unas cervezas. Quisimos probar suerte allí, a pesar de que no aparentaba ser un restaurante. Ocupamos una de las mesas del final y pedimos como pudimos un cuenco de “noodles” para cada uno y un plato vistoso que señalamos de la mesa de al lado, muy picante, por cierto. La otra mesa, compuesta por una mujer de mediana edad que acompañaba en cerveza y cigarrillos a sus dos compañeros masculinos, trataban de no aparentar el interés que habíamos causado en ellos al habernos oído chapurrear su idioma. Cuando terminamos de cenar, cambió la situación. Nos invitaron a probar otros platos que nos recomendaban, una carne buenísima que parecía ser la especialidad del lugar y unas cuantas cervezas más. La noche resultó terminar siendo de lo más animada, dos horas o más sin parar de comer, beber, reír, probando el fuerte “bai jiu” (licor típico) que nos ofrecía la señora desde una botella deplástico. Así señalamos lazos de amistad intercultural con los coros del famoso “gan bei” (¡salud!).

Prometiendo volver al día siguiente, regresamos al hostel para ver la final del Mundial de Fútbol de Alemania de madrugada. Vuelta al ambiente internacional occidental de todo albergue, esa noche conocimos a una pareja de amigos que se convertirían en personas clave del viaje: los canadienses Kyle y Emma. La corta conversación que mantuvimos durante el partido ya dejó ver que teníamos muchas cosas en común, entre otras: no sabíamos cuándo ni a dónde seguiríamos con nuestro viaje, la vuelta a nuestros respectivos países era la misma desde Shanghai y queríamos hacer un recorrido amplio del país hasta entonces. Decidimos invitarlos a cenar la noche siguiente en el lindo sitio que habíamos encontrado.

Alba Cantón


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